Robert Spaemann: «Amoris laeitita rompe con la encíclica Veritatis Splendor»
El filósofo alemán católico, Robert Spaemann , en una entrevista exclusiva a Anián Christoph Wimmer para la edición alemana de la agencia de noticias católica CNA el 28 de abril del año en curso, explica que Amoris Laetitia contradice las enseñanza de la Iglesia católica. Spaemann es profesor emérito de filosofía de la Universidad Ludwig-Maximilians de Mónaco de Baviera. Él es uno de los filósofos y teólogos católicos más importantes de Alemania. Vive en Stuttgart. Su último libro publicado en Italiano fue Dios y el mundo. Una autobiografía en forma de diálogo, publicado por Cantagalli en 2014.
Spaemann: “Cada sacerdote que guarde el orden sacramental hasta entonces vigente, podrá someterse a las formas de intimidación de su fieles y ser puesto bajo presión por su obispo. Roma ahora puede imponer la directiva de que a partir de ahora sólo serán nombrados obispos «misericordiosos», obispos que están dispuestos a suavizar el orden existente.
El Filósofo Católico Robert Spaemann afirma que : Amoris Laetitia “Dividirá la Iglesia”.

El cismático heresiarca Jorge Bergoglio se desvía fuera de la doctrina de la Iglesia católica.
CNA/InfoCatólica 29/04/16 8:01
Profesor Spaemann, como filósofo, que siguió muy de cerca los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI. Muchos creyentes hoy en día se preguntan si (Amoris Laetitia de Francisco) puede ser leído en continuidad con las enseñanzas de la Iglesia y de los Papas.
Prof. Robert Spaemann: Para la mayor parte del texto que es posible, a pesar de que su línea deja espacio para conclusiones que no pueden hacerse compatibles con las enseñanzas de la Iglesia. En cualquier caso, el artículo 305 (de Amoris Laetitia), junto con la nota 351, que establece que los fieles «en una situación objetiva de pecado» pueden ser admitidos a los sacramentos «debido a circunstancias atenuantes» contradice directamente el artículo 84 de la «Familiaris Consortio» de Juan Pablo II.
¿Qué deseaba Juan Pablo II?
Juan Pablo II declara la sexualidad humana «símbolo real de la donación de toda la persona» y «sin ninguna limitación temporal ni de ningún tipo». El artículo 84 dice, entonces, con toda claridad que los divorciados vueltos a casar, si desean acceder a la comunión, deben renunciar a los actos sexuales. Un cambio en la práctica de la administración de los sacramentos por tanto no sería un «desarrollo» de la «Familiaris Consortio», como dijo el cardenal Kasper, sino una ruptura substancial con su enseñanza antropológica y teológica sobre el matrimonio y la sexualidad humana.
La Iglesia no tiene el poder, sin que haya una conversión previa, de juzgar positivamente unas relaciones sexuales desordenadas, mediante la administración de los sacramentos, disponiendo anticipadamente de la misericordia de Dios. Y esto sigue siendo cierto, sin importar cuál sea el juicio sobre estas situaciones, tanto en el plano moral como en el plano humano. En este caso, como en la ordenación de mujeres, la puerta está cerrada.
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Aquí, entonces, ¿se trata realmente de una ruptura con la enseñanza tradicional de la Iglesia?
Que se trata de una ruptura es algo evidente para cualquier persona capaz de pensar que lea los textos en cuestión.
¿Cómo se ha podido llegar a esta ruptura?
R. – Que Francisco se coloque en una distancia crítica respecto a su predecesor Juan Pablo II ya se había visto cuando lo canonizó junto con Juan XXIII, cuando se consideró innecesario para este último el segundo milagro que, en cambio, se requiere canónicamente. Muchos con razón han considerado esta opción como manipulación. Parecía que el Papa quisiera relativizar la importancia de Juan Pablo II.
El verdadero problema, sin embargo, es una influyente corriente de la teología moral, ya presente entre los jesuitas en el siglo XVII, que sostiene una mera ética situacional. Las citas de Tomás de Aquino referidas por (Francisco) en «Amoris Laetitia» parecen apoyar esta línea de pensamiento. Aquí, sin embargo, pasa por alto el hecho de que Tomás de Aquino conoce actos objetivamente pecaminosos, para los que no admite excepción vinculada a las situaciones. Entre éstas se incluyen comportamientos sexuales desordenados. Como había hecho ya en los años cincuenta el jesuita Karl Rahner en un ensayo que contiene todos los argumentos esenciales, válidos aún hoy, Juan Pablo II rechazó la ética de la situación y la condenó en su encíclica «Veritatis Splendor».
«Amoris Laetitia» también rompe con esta encíclica. En este sentido, pues, no hay que olvidar que fue Juan Pablo II quien dedicó su pontificado a la misericordia divina, le dedicó su segunda encíclica, descubrió en Cracovia el diario de Sor Faustina y, más tarde, la canonizó. Él es su intérprete auténtico.
¿Qué consecuencias ve usted para la Iglesia?
Las consecuencias ya se pueden ver ahora. La creciente incertidumbre y la confusión: desde las conferencias episcopales al último sacerdote en la selva. Hace sólo unos días un sacerdote del Congo me expresó toda su perplejidad frente a esto y frente a la falta de una orientación clara. De acuerdo con los pasajes correspondientes de «Amoris Laetitia», en presencia de «circunstancias atenuantes» no definidas, pueden ser admitidos a la confesión de los demás pecados y a la comunión no sólo los divorciados y vueltos a casar, sino todos los que viven en cualquier «situación irregular», sin que deban esforzarse por abandonar su conducta sexual y, por tanto, sin confesión plena y sin conversión.
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