“Veri Catholici”, una asociación internacional de fieles, ha organizado en Roma una Conferencia Internacional para condenar los errores contenidos en la reciente Exhortación Apostólica sobre la Familia Amoris Laetitia.
“Conscientes de la enseñanza de Nuestro Altísimo Señor, Jesucristo, que nuestro “Sí”, sea un “sí” y nuestro “No”, un “no”, y del mismo modo, conscientes de la enseñanza de su Vicario en la tierra, el Papa Pío VI, en buena memoria, quien enseñó: Cuando se hace necesario exponer algunas declaraciones, que disimulan cierto error o daño sospechado, bajo el velo de la ambigüedad, uno debe denunciar el significado perverso bajo el cual el error que se opone a la Verdad Católica es camuflado. Nosotros, los miembros de Veri Catholici, deseamos expresar nuestra lealtad a la Fe que hemos recibido de los labios de Cristo, a través de la predicación de los Apóstoles, y como dicta la Iglesia Católica y fortalecida por el infalible Magisterio de la Iglesia, al condenar la llamada Exhortación Apostólica “Amoris Laetitia”, como un trabajo de engaño y falsedad, error y herejía, y que entre los errores nosotros condenamos los siguientes”
El problema con el documento es que puede corromper a los católicos induciéndolos a creer lo que es falso y a hacer lo que está prohibido por la ley divina», señala el texto que encabeza la lista de las diecinueve proposiciones condenadas, a todas las cuales se les adjunta una doble censura teológica, una según sus contenidos específicos y la otra según los efectos nocivos de las mismas. Así, y en una salutífera vuelta al vocabulario que usara antaño la Iglesia para impedir la propagación del tifus de los espíritus (esto hasta que Juan XXIII decretó que los errores se combatían eficazmente a sí mismos y que la verdad era capaz de triunfar a instancias del teológico laissez faire), cada proposición va tachada con la calificación de haeretica, sacrae Scripturae contraria, de erronea in fide y aun de scandalosa, prava, perversa, impia, blasphema.
Lo dice uno de los audaces remitentes de la súplica: luego de haber agotado todas las instancias posibles en esto de denunciar los desvíos y de requerir la necesaria rectificación (recibiendo de Bergoglio apenas el desdén, la befa más o menos elíptica o el más insultante de los silencios), será hora de «empezar a estudiar la solución representada por la salida del obstinado Bergoglio del Sacro Solio, por deposición o mejor aún por abdicación, revisando la cuestión del así llamado «semi-conciliarismo» (es decir, de cómo la pars sanior del Sacro Colegio pueda quitarle la confianza al Papa sin deponerlo formalmente, sancionándolo con una censura de tipo ético). Esta última hipótesis representaría la «solución más radical», impuesta por el estado de necesidad gravísimo en el que se debate la Iglesia». (Una audaz petición a los cardenales.)
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