Los masones desprecian el Crucifijo. Entre sus ritos está el pisar y escupir el Crucifijo. Otras de sus prácticas es el evitar mencionar el Nombre de Jesús para no «ofender» a otras religiones. Los masones niegan la realidad del pecado, utilizan cruces vaciadas de todo contenido del Poder Redentor de Cristo, cruces que son un mero símbolo de la naturaleza. Bajan a Cristo de la Cruz, para negar la salvación.
«Si eres Hijo de Dios, bájate de la cruz». «Descienda ahora de la cruz y le creemos».
«Porque son muchos y ahora os lo digo con lágrimas, que son enemigos de la cruz de Cristo» (Flp 3, 18).
El Masón Bergoglio rechaza el crucifijo. Quita a Cristo crucificado de la Cruz y falsifica el símbolo de redención, remplazando a Cristo Redentor.
Los que se oponen a la cruz de Cristo se pone de lado de Satanás, el cual odia su Santa Cruz, porque Cristo lo venció en ella.
1 Juan 2:22 ¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ese es el Anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.
1 Corintios 1: 17. Porque no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar la buena nueva; y a predicarla, sin valerme para eso de la elocuencia de palabras (retórica), o discursos de sabiduría humana, para que no se haga inútil la cruz de Jesucristo (para no quitarle valor a la muerte de Cristo en la cruz).
La férula papal es el bastón pastoral característico del papa, también llamado cruz del pescador. En lugar de ser curvo, en la extremidad presenta una cruz, ya sea una cruz latina o un crucifijo. El papa no usa báculo, el báculo es un símbolo de la jurisdicción que el papa le otorgaba al obispo electo.
Santo Tomás de Aquino lo explica diciendo “El Romano Pontífice no hace uso del báculo [..] esta también es una señal de que él no tiene poder limitado, lo que se significa con la curvatura del báculo” (“Romanus pontifex non utitur baculo … etiam in signum quod non habet coarctatam potestatem, quod curvatio baculi significat”, en Super Sent., lib. 4 d. 24 q. 3 a. 3 ad 8).

27-09-2014

Férula blasfema «Resurrexifixes» .
En 1947, el Papa Pío XII condenó los crucifijos que muestran a Cristo Resucitado (llamados «Resurrexifixes») , cruces que no muestra los sufrimientos de Cristo.
Pío XII, Encíclica Mediator Dei:
Así, por ejemplo, se sale del recto camino quien desea devolver al altar su forma antigua de mesa; quien desea excluir de los ornamentos litúrgicos el color negro; quien quiere eliminar de los templos las imágenes y estatuas sagradas; quien quiere hacer desaparecer en las imágenes del Redentor Crucificado los dolores acerbísimos que El ha sufrido.
Errores de algunos autores modernos202. De todo lo expuesto aparece claramente, venerables hermanos, cuánto se separan de la genuina y sincera idea de la liturgia aquellos escritores modernos que, engañados por una pretendida mística superior, se atreven a afirmar que no hemos de fijarnos en el Cristo histórico, sino en el «neumático o glorificado»; y hasta no dudan en asegurar que en el ejercicio de la piedad cristiana se ha verificado un cambio, por el cual Cristo ha sido como destronado, ya que el Cristo glorificado, que vive y reina por los siglos de los siglos y está sentado a la diestra del Padre, ha sido oscurecido, y en su lugar se ha colocado aquel Cristo que un tiempo vivió esta vida terrenal. Por eso algunos llegan hasta a querer quitar de los templos sagrados los mismos crucifijos.
En 1921 el Papa Benedicto XV condenó los crucifijos torcidos.
Albert Servaes presentó la mano de Jesús como una garra.
El Santo Oficio condenó el Via Crucis de Servaes.
En sesión ordinaria celebrada el lunes 23 de febrero de 1921 públicamente declararon censuradas las imágenes sagradas de la nueva escuela pictórica que se exhibe en el folleto con el título La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo de Cyril Vershaeve (imágenes compuestas por Albert Servaes. Bruselas y París. Librairie Natio-nal d’art et d’histoire et G. van Oest allí y Editeurs, 1920), por la prescripción del canon 1399, n. 12, que las prohibe por la ley y por lo tanto deben ser retiradas inmediatamente de iglesias, oratorios, etc, y en todo lugar que fueren expuestas.

Via Crucis blasfemo en la anti-JMJ Cracovia
1 Corintios 2:2 Y, estando entre ustedes, no quise saber de otra cosa sino de Jesucristo y, más estrictamente, de Jesucristo crucificado.
Por eso no extraña que Bergoglio en su viaje anti-apostólico, para celebrar la herejía del luteranismo gay de Suecia, escogió una cruz hedonista, vaciada de todo el contenido redentor de la Cruz de Cristo.
Del salvadoreño Christian Chavarria Ayala, por cierto dicho autor, celebra el orgullo gay en las redes sociales y en sus cruces blasfemas incorpora la bandera gay.
1 Corintios 1:23 nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles.
Profecía de Ana Catalina Emmerich:
(La falsa iglesia) está llena de orgullo y de presunción, y con eso destruye y conduce al mal con toda clase de buenas apariencias. Su peligro está en su inocencia aparente (AA.II.89)
Blasfemia de Bergoglio: “En el Bolsillo llevo siempre…. una cosa que es la historia del fracaso de Dios, un pequeño Vía Crucis”.
Blasfemia de Bergoglio: “Cuando estés desesperado mira la cruz ahí esta el fracaso de Dios. Ahí esta la destrucción de Dios”.
San Luis María Grignión de Montfort:
Amigos de la Cruz, discípulos de un Dios crucificado: el misterio de la cruz es un misterio ignorado por los gentiles, rechazado por los judíos, menospreciado por los herejes y malos cristianos.
1 Corintios 1:17 Pues la predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan – para nosotros – es fuerza de Dios.
San Luis María Grignión de Montfort:
Acordaos, queridos cofrades, de que el buen Jesús os está mirando y os dice a cada uno en particular: «Casi todos me abandonan en el camino real de la cruz. Los idólatras, enceguecidos, se burlan de mi cruz como si fuera una locura; los judíos, en su obstinación, se escandalizan de ella como si fuera un objeto de horror; los herejes la destrozan y derriban como cosa despreciable. Pero -y esto lo digo con los ojos arrasados en lágrimas y el corazón traspasado de dolor- mis hijos, criados a mis pechos e instruidos en mi escuela, mis propios miembros, vivificados por mi Espíritu, me han abandonado y despreciado, haciéndose enemigos de mi cruz. ¿También vosotros queréis marcharos? (Jn 6,67) ¿También vosotros queréis abandonarme, huyendo de mi cruz, igual que los mundanos, que en esto son otros tantos anticristos? ¿Queréis -para conformaros a este siglo- despreciar la pobreza de mi cruz para correr tras la riquezas; esquivar los dolores de mi cruz para buscar los placeres; odiar las humillaciones de mi cruz para codiciar los honores? Tengo aparentemente muchos amigos que aseguran amarme, pero en el fondo me aborrecen, porque no aman mi cruz. Tengo muchos amigos de mi mesa y muy pocos de mi cruz».
San Jerónimo: La oferta que hacen es engañosa, cuando añaden: «Y le creeremos». ¿Qué es más, bajar de la cruz cuando todavía estaba vivo, o resucitar del sepulcro después de muerto? Resucitó y no le creísteis; luego tampoco le hubieseis creído si hubiese bajado de la cruz. Pero me parece que imitan a los demonios. Inmediatamente que fue crucificado el Señor, experimentaron éstos los efectos de la cruz, y comprendieron que sus fuerzas se habían quebrantado. Por esto desean que baje de la cruz. Pero nuestro Señor, conociendo las asechanzas de sus enemigos continúa en la cruz, para destruir al demonio.
Los transeúntes blasfemaban de Cristo, recriminándole como a un sedicioso, y el diablo los inspiraba para que dijesen que descendiera de la cruz. Porque como sabía que era la cruz la que obraba la salvación, se lanzaba de nuevo a tentar a Cristo, porque si hubiera bajado de la cruz, hubiese tenido certeza de que no era verdaderamente Hijo de Dios. Así se hubiera destruido la salvación, que viene por la cruz. Mas como era en verdad el Hijo de Dios, no bajó. De haber tenido que bajar, desde el principio no hubiera subido a ella. Pero como convenía que por este medio se obrase la salvación, soportó su crucifixión, sufrió otros muchos dolores, y perfeccionó su obra. «De la misma manera, mofándose de El los príncipes de los sacerdotes, se decían el uno al otro: A otros ha salvado, y no puede salvarse a sí mismo», etc. Decían esto queriendo borrar sus milagros, como si no los hubiera hecho más que en apariencia, pues obrando milagros salvaba a muchos.
Ya les he dicho muchas veces, y ahora se lo repito con lágrimas, que hay muchos que están viviendo como enemigos de la cruz de Cristo, y su fin es la perdición. Su dios son sus propios apetitos, y sienten orgullo de lo que debería darles vergüenza. Sólo piensan en las cosas de este mundo.
Pues todas las veces que comiereis este pan y bebiereis este cáliz, anunciaréis la muerte del Señor hasta que venga.
EL HEDONISMO Y LA CRUZ«se guardaba silencio sobre la cruz, sobre el sacrificio y la satisfacción, sobre el mérito y el pecado, donde los hechos, los milagros y los misterios de la historia de nuestra redención debían dejar paso a «profundas teorías de la revelación», donde el hombre-Dios, para ser soportado, sólo debía ser presentado como «el amigo de los hombres, de los niños, de los pescadores», donde su vida no tenía valor más que como «enseñanza», su Pasión como «ejemplo de virtud», su muerte como «caridad» sin objeto; donde se le quitaba al pueblo creyente el antiguo catecismo que se reemplazaba por «historias bíblicas» donde la falta total de doctrina debía de ser velada bajo «un lenguaje ingenuo al alcanza de todas las inteligencias»; donde los fieles estaban forzados a «cambiar todos sus libros de piedad», sus viejas formulas de plegaria y sus antiguos cánticos por producciones de fábrica moderna «tan malas y tan impías» como aquellas por las que se intentaba reemplazar el misal, el breviario y el ritual. (AA.II.415)
En cuanto a mí, de nada quiero gloriarme sino de la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Pues por medio de la cruz de Cristo, el mundo ha muerto para mí y yo he muerto para el mundo.
y bienaventurado el que no fuere escandalizado en Mí
El alma de los infieles sufrió un grande escándalo en Cristo al verle morir después de haber hecho tantos milagros. Por eso dice San Pablo: «Nosotros predicamos a Cristo crucificado, que sirvió de escándalo a los judíos» ( 1Cor 1,23). ¿Qué es, pues, decir: «Bienaventurado el que no se escandalizase en Mí», sino remarcar la abyección de su muerte y su humillación? Que es como si dijera claramente: Yo hago en verdad cosas estupendas, pero no me rebajo porque sufra las más abyectas, porque, muriendo, no hago más que serviros: los hombres que veneran mis milagros deben mirar bien el no despreciarme en mi muerte.
«Para los católicos, nada va a quitar la autoridad del Concilio de Nicea, donde se condena a aquellos que se atreven, a la manera impía de los herejes que se burlan de las tradiciones eclesiásticas, inventar novedades de algún tipo, o que se esfuercen por la malicia o la artificio en derrocar a cualquier de las legítimas tradiciones de la Iglesia Católica».
y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz.Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre.
San Juan Crisóstomo, ut supra (Catena Aurea)
Y si los que creen en el crucificado no perecen, mucho menos perecerá el que está crucificado con Jesucristo.
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