“Quien por negocios cierra empresas peca gravemente”
Bergoglio dijo a los trabajadores de “Sky Italia”: y espero que su situación de trabajo pueda encontrar una rápida solución, en el respeto de los derechos de todos y especialmente de las familias. El trabajo nos da dignidad, y los responsables de los pueblos, los gobernantes, tienen la obligación de hacer de todo para que cada hombre y mujer puedan trabajar y así, con la cabeza erguida, mirar a la cara a los demás, con dignidad. Quien, por maniobras económicas, para hacer negocios no del todo claros, cierra fábricas, empresas, y quita trabajo a los hombres, cumple un pecado gravísimo.
En vano se esfuerza en propagar la doctrina cristiana quien la contradice con sus obras.
(San Antonio de Padua, Sermón 1, 226).
Escribe Secretum Meum Mihi.: Marzo 15 2017
¿!Perdón!?, ¿el Papa que dijo ayer esas palabras en referencia otros, es el mismo Papa que ordenó a comienzo de año al Card. Müller despedir a tres competentes oficiales de la CDF bajo la clausula “el Papa soy Yo”?
¿Es el mismo Papa de quien al comienzo de su pontificado The New York Times escribió un artículo de primera plana en el que detallaba cómo “Francisco va departamento por departamento en busca de cabezas para que rueden”?
¿El mismo cuyas políticas de recortes a veces ocasiona traumatismos en la Curia?
¿El mismo que envió de regreso a sus diócesis de origen a la no modesta cantidad de 120 monseñores que laboraban en el Vaticano?
¿Será el mismo que ha logrado que muchos sacerdotes que trabajaban en el Vaticano hubieran voluntariamente decidido regresar a sus diócesis de origen aburridos porque eran objeto de bullying por parte de sus jefes, estos a su vez objeto de bullying por parte de Francisco?
Nos resistimos a creerlo porque, de ser cierto, se cumpliría en ese tal las mismas palabras por él proferidas en referencia a terceros: “Cumple un pecado gravísimo”.
La manera de enseñar algo con autoridad es practicarlo antes de enseñarlo, ya que la enseñanza pierde toda garantía cuando la conciencia contradice las palabras.
(San Gregorio Magno, Moralia, 23)
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