El terror es palpable en las oficinas de la Curia Romana. Teléfonos móviles y buzones de correo electrónico de sus funcionarios están mantenidos bajo control. Los miembros departamentos enteros están siendo renovados en un sentido progresista, sus titulares – si permanecen en sus puestos – sin autoridad completamente. Los obispos del mundo viven con la pesadilla de una infame remoción por “negligencia” en el trato de los casos de abusos. Los profesores de la facultad teológica están vigilados y sus lecciones son examinadas para verificar que estén en línea con el “nuevo curso”.
Clérigos y religiosos son señalados ante los superiores, incluso si hablan sólo un poco sobre el Papa; quien lo ataca públicamente (cosa que bajo Juan Pablo II y Benedicto XVI estaba a la orden del día) es despedazado rápidamente. Desde la colina vaticana, donde reina un clima de sospecha y de terror, al extremo de las “periferias” de la Iglesia Católica, donde puede desaparecer quien no está alineado, nos sentimos prisioneros de un verdadero y propio régimen totalitario. No hay duda: es justo la “iglesia de la misericordia”…
El Vaticano se asemeja cada vez más a un Estado ocupado por una potencia adversa, la Inimica vis[2] de León XIII. Este poder extranjero, abusivo y mentiroso, logró implantar en el corazón de la Catolicidad una suerte de Estado policiaco en el que no se admite ni siquiera el mínimo disentimiento. Un régimen fundado en la falsedad, que por otra parte, no puede mantenerse sino apagando todas las voces de la verdad: incluso una sola puede ponerlo en crisis simplemente mostrando lo absurdo y la inconsistencia de sus razones que, en lugar de la masa, aturdida por una inmensa máquina propagandística, se devora al mundo como la cosa más natural. Quien no puede ser silenciado es denigrado, difamado, insultado con un odio impresionante, tal vez por medio de terceros (periodistas o comediantes); quien continúa hablando a pesar de las sanciones es avergonzado por el aparato mediático, incluso por medios ilícitos: la legalidad de las acciones está en función al poder y a su conservación.

Extraños criterios para una reforma… Pero en cada régimen que se respeta está prohibido hacer preguntas y pensar incluso. Si cuanto dicen y hacen arriba te parece extraño, eres o un loco o un reaccionario: en pocas palabras, no tienes esperanza. Si no te eliminan físicamente, te aniquilan moralmente: es como si nunca hubieras existido. Uno que lo ha experimentado en persona ha comparado el actual clima eclesial con aquel de la vieja Unión Soviética. Hijo de deportados en campos de trabajo, mons. Schneider sabe bien de qué habla. En la base, evidentemente, están las mismas ideas perversas previstas para disolver el orden establecido por Dios, no sólo en la sociedad, sino también en la Iglesia, con el fin de someter a la humanidad al dominio de Satanás. Este último embriaga a sus peones con la embriaguez del poder y de la popularidad mediática, pero los tiene en su mano con perversiones sexuales, en las que los sumerge para tenerlos fácilmente chantajeados, después de haberlos atraído como moscas a su proverbial estiércol, mammona. Y es justo por medio de esto que los distrae del servicio de Dios incluso aquellos que han votado por someterlos al propio y dañar lo más posible, a través de ellos, el Templo sagrado.


Todo esto ciertamente no es un hecho aislado. Donde huele a estiércol (del diablo), están de por medio las altas finanzas internacionales, que tiene en la mano a los gobiernos occidentales y ahora controla todo incluso la Iglesia Católica. La puesta en juego es altísima, la situación es humanamente desesperada: no existen, sobre la tierra, los medios adecuados para eliminar al enemigo y vencer la guerra; sólo con medios sobrenaturales lo podemos eliminar. Será una idea loca pero, en este centenario de Fátima parece que la Virgen nos sugiere una empresa de valientes: penetrar en el campo adversario con un puñado de valientes para llevar a cabo un acto explosivo. El año pasado, más de un centenar, nos consagramos a Ella sobre la tumba de San Pedro para retomar simbólicamente posesión del corazón de la cristiandad. Este año debemos atrevernos a más: consagrar el Vaticano mismo(1) a Su Corazón Inmaculado para que haga colapsar el régimen abusivo que ahí se ha asentado, hasta socavar la base central de la contra-iglesia, cooperando con el Cielo en la liberación de la Iglesia verdadera.
Traducido por Como Vara de Almendro
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[1] El movimiento okupa [Okkupa en Italia] es un movimiento social que toma terrenos desocupados y viviendas vacías temporal o permanentemente, incluso si está vacía por unas horas, con el fin de utilizarlos como vivienda, guarida, tierras de cultivo, lugar de reunión o centros con fines sociales, políticos y culturales, entre otros.
[2] Inimica Vis es una encíclica antimasónica del papa León XIII, del 8 de Diciembre de 1892, escrita al Episcopado Italiano. Esta encíclica es la versión, en latín, de la anterior y, como la anterior, dedicada a las deplorables condiciones de la Nación [Italiana], cuyo culpable es, para el Pontífice, la Masonería.
[3] El Instituto para las Obras de Religión o IOR (en italiano: Istituto per le Opere di Religione), conocido popularmente como el Banco Vaticano, es una institución de la Iglesia católica situada en la Ciudad del Vaticano. Fue fundado por el papa Pío XII en 1942 con el propósito de conservar y administrar los bienes confiados al Instituto por personas físicas o jurídicas que tengan por objetivo actividades religiosas o caritativas.
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