La sociedad está en vísperas de las más terribles calamidades y los más grandes acontecimientos. Se verá obligada a ser gobernada por una vara de hierro y a beber el cáliz de la cólera de Dios. Nuestra Señora de la Salette.
Números 16:32
la tierra abrió su boca y se los tragó, con todas sus familias, así como a todos los hombres de Coré, con todos sus bienes.
Deuteronomio, 11: 6
1 Amarás a Yahveh tu Dios y guardarás siempre sus ritos, sus preceptos, normas y mandamientos. 2. Vosotros sabéis hoy – no vuestros hijos, que ni saben ni han visto la lección de Yahveh vuestro Dios, su grandeza, su mano fuerte y su tenso brazo -6 Lo que hizo con Datán y Abirón, hijos de Eliab el rubenita, cuando la tierra abrió su boca y los tragó en medio de todo Israel, con sus familias, sus tiendas y todos los que les seguían.
La anti doctrina de Bergoglio, el pecado de la homosexualidad y el crimen del aborto han contaminado la Tierra.
“Si soportar las injurias que nos alcanzan personalmente (y respetar a las personas que las profieren) es un acto virtuoso, soportar las que atañen a Dios es el colmo de la impiedad” (Santo Tomás de Aquino)
9 Entonces el Señor le preguntó a Caín:
—¿Dónde está tu hermano Abel?
Y Caín contestó:
—No lo sé. ¿Acaso es mi obligación cuidar de él?
10 El Señor le dijo:
—¿Por qué has hecho esto? La sangre de tu hermano, que has derramado en la tierra, me pide a gritos que yo haga justicia. 11 Por eso, quedarás maldito y expulsado de la tierra que se ha bebido la sangre de tu hermano, a quien tú mataste. 12 Aunque trabajes la tierra, no volverá a darte sus frutos. Andarás vagando por el mundo, sin poder descansar jamás. Génesis 4

22 de septiembre de 2017


Ayer como hoy el pecado es pecado y el bien es bien; la verdad es verdad y la mentira es mentira. Dios no cambia; sus Mandamientos no cambian porque en Él «no hay mudanza ni sombra resultante de variación» (Santiago, 1, 17. Nuestro Señor Jesucristo lo afirma: «El cielo y la tierra pasarán, pero las palabras mías, no pasarán ciertamente» (San Mateo, 24, 35).
LOS QUE VIVEN ASÍ Y NO QUIEREN CONVERTIRSE, MANCHAN LA TIERRA Y PROVOCAN LA CÓLERA DE LA JUSTICIA DIVINA
-Lo dice la Liturgia:
La Iglesia en su Liturgia habla de la ira de Dios que hace estremecer la tierra. En caso de terremoto hay estas oraciones en el Misal tradicional:
«Omnipotente y sempiterno Dios, que miras a la tierra y la haces estremecer, perdona a los que te temen, y sé propicio a los que te suplican; a fin de que, cuantos hemos sentido pavor de tu ira cuando sacude los fundamentos de la tierra, sintamos sin cesar, que tu bondad se ocupa en curar sus heridas. Por Nuestro Señor Jesucristo tu Hijo…”.
En la oración después de la comunión, la Iglesia afirma que la tierra tiembla «por nuestras iniquidades»:
«Defiéndenos, Señor, te suplicamos, a los que recibimos tus santos misterios,[la santa comunión] y por una intervención sobrenatural, da firmeza a la tierra que vemos temblar por nuestras iniquidades; para que conozcan los corazones de los hombres que tales azotes provienen de tu indignación y cesan por tu misericordia. Por Nuestro Señor Jesucristo….”.
Para que los hombres vean que son criaturas y se corrijan. Dice San Juan Crisóstomo:
«Durante este breve tiempo del terremoto ¿habéis visto cuán frágil es el género humano? Mientras sucedía el terremoto yo pensaba: ¿En dónde están ahora las rapiñas? ¿En dónde la avaricia? ¿En dónde las tiranías? ¿En dónde el orgullo? ¿En dónde el poder de los magistrados? ¿En dónde el despojo de los pobres? ¿En dónde las altiveces de los ricos? ¿En dónde las amenazas? ¿En dónde los temores? ¡Un instante de tiempo desgarró todo eso con mayor facilidad que una tela de araña! ¡Todo lo destruyó! ¡Solamente se escuchaba el llanto de la ciudad, y todos corrían hacia la iglesia!«Pensad, ¡qué habríamos hecho si Dios hubiera querido arruinar todo por completo! Digo estas cosas para que permanezca perpetuamente el temor por lo que ha sucedido y robustezca vuestras mentes. Dios sacudió la ciudad pero no la arruinó; si hubiera querido arruinarla no la habría solamente sacudido. Pero no lo intentaba, precedió, a la manera de un pregonero, el terremoto, anunciando a todos de antemano la ira de Dios, a fin de que mejorados escapemos, por el temor del castigo que en realidad se nos iba a aplicar. Del mismo modo procedió el Señor con los habitantes de Nínive: ‘¡Aún tres días y Nínive será destruida! (Jonás 3,4) ¿Por qué no la destruyes? Pues la amenazas con la destrucción. ¿Por qué no la destruyes? ¡Porque no quiero su destrucción por eso la amenazo! Entonces ¿para qué se lo dices? ¡Para no tener que hacer lo que digo! ¡Precede el anuncio para que se evite la obra!’. ‘¡Aún tres días y Nínive será destruida!’ decía entonces el profeta Jonás. Ahora en cambio lo claman los muros. (…) En un breve instante Dios sacudió la mente y el ánimo de cada uno, de manera que los fundamentos mismos del corazón se conmovieron. Pero sabemos que Dios no quiere la muerte del pecador, sino más bien que se convierta y viva (3)« (Ezequiel, 30, 11).
Mediante el terremoto, Dios nos llama a la conversión. En la Santa Misa en la oración de la secreta se reza:
«Oh Dios que has fundado la tierra sobre sus bases; acoge las ofrendas y plegarias de tu pueblo; y alejados completamente los peligros de este temblor de tierra, cambia los terrores de tu divina cólera en remedios para la salvación de los hombres; a fin de que, los que están hechos de tierra y han de convertirse en tierra, se alegran de hacerse, por una santa vida, ciudadanos del cielo. Por Nuestro Señor Jesucristo…”.
En 1852, en Santiago de Cuba hubo unos terribles terremotos, de ellos escribe San Antonio María Claret (4):
“Prediqué una misión, exhortando a la penitencia, diciéndoles [al pueblo y a las autoridades] que Dios había hecho lo mismo que una madre que tiene un hijo muy dormilón, que le menea el catre para que se despierte y se levante, y que si esto no sirve, le castiga el cuerpo. Que lo mismo hace Dios con aquellos hijos pecadores aletargados: ahora les ha movido el catre, la cama, la casa, y, si aún no se despiertan, pasará a castigarles el cuerpo con la peste o cólera, pues me lo dio a conocer Dios Nuestro Señor. Algunos del auditorio lo tomaron muy a mal y murmuraban de mí, y he aquí que apenas había transcurrido un mes, cuando se manifestó el cólera de una manera espantosa; hubo calle en que en menos de dos días se murieron todos sus habitantes .(…).
«Muchísimos, por los temblores y pestes, se confesaron, que no se habían confesado en la santa misión”.

CONCLUSIÓN: ¿QUÉ HACER?
Padre Michel Boniface
BIBLIOGRAFIA
1 Enrique Denzinger, El magisterio de la Iglesia, Barcelona, Ed. Herder, 1963, p. 225, n° 787-792 (Decreto sobre el pecado original del Concilio de Trento)
2 San Juan Crisóstomo, Obras Completas, Homilía sexta acerca de Lázaro y el rico, y sobre el terremoto. México, Ed. Jus, tomo 2, p. 143.
3 San Juan Crisóstomo, Obras Completas, Homilía sexta p. 143.
4 San Antonio María Claret, Escritos autobiográficos, Madrid, Ed. B.A.C. 1981,n° 532-536, p.301.
5 Letanías de los santos en Dom Gaspar Lefebvre, Misal diario y vesperal.
*Nota este articulo no lo menciona pero tenemos la grave obligación de decirlo que debemos denunciar el pecado y la apostasía como San Juan el Bautista y estar dispuestos incluso al martirio por defender los sacramentos y la ley de Dios que está siendo pisoteada por los apostatas que usurpan actualmente la jerarquía.
1 Timoteo 5:20 A los que siguen pecando, debes reprenderlos delante de todos, para que los demás tengan temor.
Como advirtió el Papa San León Magno:
“Quien ve a otro en error, y no se esfuerza por corregirlo, testifica contra si mismo pues el mismo se convierte en error.”
Apocalipsis 12:16
Pero la tierra ayudó a la mujer, y la tierra abrió su boca y tragó el río que el dragón había arrojado de su boca.



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