El Concilio dogmático de Trento condenó la pretensión de Bergoglio y de los obispos italianos y franceses de corregir el Padre Nuestro enseñado por Jesucristo.
Otro anatema que recae sobre el heresiarca Bergoglio & compañía.
La pretensión de corregir la Palabra de Dios y reclamar que la versión latina del Padre Nuestro que se usa en cada Misa en Latín es incorrecta y engañosa, cae bajo la condena de Trento, Sesión 22, canon VII: Can. 6. Si alguno dijere que el canon de la Misa contiene error y que, por tanto, debe ser abrogado, sea anatema.
El heresiarca Bergoglio adulteró la traducción del Padrenuestro en Francés y en Italiano; la traducción en Italiano era similar al latín.
“Et ne nos indúcas in tentatiónem”; (en latín) “e non ci indurre in tentazione”,(Italiano) “Ne nous soumets pas à la tentation” Francés
La adulteración bergogliana italiana quedaría “non abbandonarci alla tentazione”
La CEI también cambió la oración del Gloria, donde decía “pace in terra agli uomini di buona volontà” (“paz en la tierra a los hombres de buena voluntad“) por la versión “pace in terra agli uomini, amati dal Signore” (“paz en la tierra a los hombres, amados por el Señor”). Recordemos que el heresiarca también adulteró el significado del Ave María.
El modernista Alejandro Bermúdez publicó un artículo tratando de restarle importancia a estas adulteraciones. Manipulando a sus lectores publicando la verdad a medias diciéndoles que Bergoglio no modificó la traducción del Padrenuestro en Español pero omitió explicarles que Bergoglio al hacer las nuevas traducciones adulteradas en Italiano y Francés cambió completamente el significado de la traducción del Padrenuestro en Latín, adulterando con ello el significado bíblico del Padrenuestro. Bergoglio está reinterpretando la Escritura y pasando por alto la Tradición de la Iglesia.
Es decir que ahora existen las nuevas versiones bergoglianas modernistas adulteradas para reemplazar las oraciones básicas católicas.
Los modernistas bergoglianos italianos también aprobaron una nueva versión del Misal Romano en italiano. Faltaría revisar que nueva herejía introdujeron.
El Magisterio de la Iglesia católica enseña que ningún Papa tiene autoridad ni poder sobre la ley divina, natural o positiva, al hacer esto el heresiarca Bergoglio está usurpando a Jesucristo. Dios no le ha dado a ningún Papa el poder de hacer lo que le de la gana sino que los papas legítimos tienen la obligación de obedecer la Palabra de Dios y guardar el depósito de la fe. Dios no le ha dado a ningún ser humano el poder de cambiar su Palabra que es Eterna. Al contrario la Escritura lanza una maldición para cualquiera que se atreva a agregar tan solo una coma. Bergoglio se esta rebelando como Lucifer para robarle la Gloria que le pertenece a Dios.
La Escritura advierte que desobedeciendo a Dios el hijo de perdición intenta cambiar los tiempos litúrgicos y su Santa Ley. Daniel 7:25
Bergoglio demuestra una vez mas que no cree en la Palabra de Dios. La Escritura nos advierte que solamente nos salvamos si creemos en su Palabra y perseveramos hasta el final conservando la fe.
La Palabra de Dios también prohíbe las interpretaciones personales de la Escritura. Bergoglio viola la Tradición de la Iglesia para reinterpretar a su acomodo la Escritura.
Comparemos la idea herética de Bergoglio con las enseñanzas del Papa Benedicto XVI y confrontémosla con la Escritura y la Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino.
Idea herética de Bergoglio: “Soy yo el que cae, pero no es Él que me empuja a la tentación para ver cómo he caído. Un padre no hace esto, un padre ayuda a levantarse rápido”, “aquello que te induce a la tentación es Satanás. Es el trabajo de Satanás”. afirmó el heresiarca.
Papa Benedicto XVI: “En este sentido, San Cipriano interpretó la pregunta. Él dice: cuando pedimos «y no nos induzcan a la tentación», expresamos la conciencia «de que el enemigo no puede hacer nada contra nosotros a menos que Dios lo haya permitido antes; para que todo nuestro temor, devoción y adoración se vuelvan hacia Dios, ya que en nuestras tentaciones nada es lícito para el Malvado, si él no le da la facultad allí”
Utilizando también la Catena Aurea Santo Tomás podemos demostrar que Bergoglio tiene una interpretación herética del Padrenuestro.
San Agustín, de sermone Domini, 2, 9
Algunos códices tienen escrito: «Y no nos lleves a la tentación», lo cual creo que equivale, porque una y otra cosa han sido tomadas del griego, y muchos, interpretándolo, dicen así: «No permitas que seamos llevados a la tentación», explicando cómo debe entenderse la palabra dejes. Dios no induce por sí mismo a la tentación, pero permite que sea llevado aquel a quien niega su auxilio.
San Cipriano, de oratione Domini
En lo cual se manifiesta que nuestro enemigo nada podrá contra nosotros, si Dios no se lo permite antes, con el objeto de que todo temor y devoción de nuestra parte se convierta a Dios.
La soberanía de Dios.
Satán obtiene permiso para tentar a Job.
Job 1: 12 El Señor respondió al acusador:
—Está bien. Haz lo que quieras con todas las cosas de Job, con tal de que a él mismo no le hagas ningún daño.
Entonces el acusador se retiró de la presencia del Señor.
– Mt 4,1-2 –
Entonces Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu, para que fuese tentado por el diablo, y habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, después tuvo hambre.
Como vemos la maldición bíblica recae sobre el heresiarca Bergoglio por atreverse a darle una interpretación herética a la Palabra de Dios.
«Yo advierto a todo el que escuche las palabras proféticas de este libro: «Si alguno añade algo sobre esto, Dios echará sobre él las plagas que se describen en este libro.»
— Apocalipsis, 22:18
Catecismo Mayor San Pío X
10.
¿Cuántas y cuáles son las partes principales y más necesarias de la doctrina cristiana? – Las partes principales y más necesarias de la doctrina cristiana son cuatro: El Credo, Padrenuestro, Mandamientos y Sacramentos.
Y esto es lo que vamos a hacer los fieles católicos nos vamos a aprender el Padre Nuestro en Latín en honor a Jesucristo:
Pater Noster, qui es in caelis,
sanctificétur nomen Tuum,
adveniat Regnum Tuum,
fiat volúntas tua,
sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum cotidiánum
da nobis hódie,
et dimitte nobis débita nostra,
sicut et nos dimittímus
debitóribus nostris;
et ne nos indúcas in tentationem,
sed libera nos a malo.
Catecismo Mayor San Pío X
7º.- De la sexta petición
313.
¿Qué pedimos en la sexta petición: Y NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN? – En la sexta petición: Y no nos dejes caer en la tentación, pedimos a Dios que nos libre de las tentaciones, o no permitiendo que seamos tentados o dándonos gracia para no ser vencidos.
314.¿Qué son las tentaciones? – Las tentaciones son unas excitaciones al pecado que nos vienen del demonio, o de los malos, o de nuestras pasiones.
315.¿Es pecado tener tentaciones? – No, señor; no es pecado tener tentaciones; pero es pecado consentir en ellas o exponerse voluntariamente a peligro de consentir.
316.¿Por qué permite Dios que seamos tentados? – Dios permite que seamos tentados para probar nuestra fidelidad, para darnos ocasión de perfeccionar nuestras virtudes y para acrecentar nuestros merecimientos.
317.¿Qué hemos de hacer para evitar las tentaciones? – Para evitar las tentaciones hemos de huir de las ocasiones peligrosas, tener a raya nuestros sentidos, recibir a menudo los Santos Sacramentos y valernos de la oración.
El apostata Jorge Mario Bergoglio Sivori desafiando a Dios predica un falso evangelio, un falso cristo y una falsa iglesia y en rebelión contra Jesucristo busca subvertir la Ley de Dios y su Santa Palabra.
El apostata Bergoglio le llamó al Padre Nuestro y al Ave María ´oracioncitas de papagayo´
Santa Hildegarda de Bingen : Por tanto, también se perderá el que adore los escritos de este hombre perdido, tributándole culto.
Noticias relacionadas:
El Papa Benedicto XVI contradice al heresiarca Jorge Mario Bergoglio Sivori:
“En este sentido, San Cipriano interpretó la pregunta. Él dice: cuando pedimos «y no nos induzcan a la tentación», expresamos la conciencia «de que el enemigo no puede hacer nada contra nosotros a menos que Dios lo haya permitido antes; para que todo nuestro temor, devoción y adoración se vuelvan hacia Dios, ya que en nuestras tentaciones nada es lícito para el Malvado, si él no le da la facultad allí”
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San Agustín, de sermone Domini, 2, 9
Debemos pedir, no sólo el no caer en el mal cuando no hemos caído, sino también el librarnos de él cuando hayamos caído, y por ello sigue: «Mas líbranos de mal».
San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattheum, hom. 19,6
Aquí se llama mal al demonio por su excesiva malicia, que no proviene de su naturaleza sino de su elección y por la guerra implacable que nos tiene declarada. Por esto se dice: «Líbranos de mal».
San Cipriano, de oratione Domini
Después de todas las cosas ya dichas, al final de la oración viene la cláusula que concluye todas nuestras preces, recopilada con una brevedad admirable. Nada queda ya que deba pedirse al Señor, cuando ya hemos pedido la protección de Dios contra todo lo malo, la cual una vez obtenida, ya podemos considerarnos seguros contra todas las cosas que el diablo y el mundo puedan hacer. ¿Qué miedo puede darnos el mundo si en él tenemos a Dios por defensor?
San Agustín, ad Probam, epístola 130,11
Y esto último que está puesto en la oración dominical, se conoce tan claramente, que el hombre cristiano en cualquier tribulación en que se encuentre, puede dar gemidos por medio de ella, y en ella derramar sus lágrimas. De aquí el que se exhorte a que termine la oración con esta palabra: Amén, en la que se demuestra el deseo del que ora.
San Jerónimo
Amén, pues -lo cual consta escrito al final-, es un signo de la oración dominical, el cual Aquila ha interpretado: fielmente, y nosotros podemos interpretar: verdaderamente.
San Cipriano, de oratione Domini
¿Qué de extraño tiene, si tal oración es la que Dios enseñó, que con una maestría sin igual recopile todas nuestras preces en tan saludables palabras? De aquí el que se dijo por medio de Isaías: «Dios hizo sobre la tierra una brevedad por medio de su palabra» ( Is 10,23). Y habiendo venido nuestro Señor Jesucristo para todos, a fin de abarcar igualmente a los sabios y a los ignorantes, con el objeto de dar preceptos para bien de todos los sexos y todas las edades, hizo un gran compendio de todos sus preceptos, para que los que se instruyen en la doctrina del cielo, no cansen su memoria, sino que aprendan prontamente lo que es necesario para creer con fe sencilla.
San Agustín, ad Probam, epístola 130,12
Cualesquiera otras palabras que digamos, que forman los afectos del que ora, o precediendo para que resplandezcan, o siguiendo para que crezcan, nada podemos añadir que no esté comprendido en esta oración dominical, si la decimos recta y convenientemente. El que dice, pues, como el Eclesiástico: «Date a conocer a todas las gentes, como te has dado a conocer a nosotros» ( Eclo 36,4), ¿qué otra cosa dice, sino el que sea santificado tu nombre? El que dice: «Dirige mis pasos según tu palabra» ( Sal 118,133), como David, ¿qué otra cosa dice más que «hágase tu voluntad»? El que dice: «Manifiéstanos tu faz y seremos salvos» ( Sal 79,4), ¿qué otra cosa dice sino que «venga a nos tu reino»? El que dice: «No me des pobreza y riqueza» ( Prov 30,8), como el autor de los proverbios, ¿qué otra cosa dice sino «el pan nuestro de cada día dánosle hoy»? El que dice: «Señor, acuérdate de David y de toda su mansedumbre» ( Sal 131,1) y: «Si pagué con mal a los que me lo hacían» ( Sal 7,5), ¿qué otra cosa dice más que «perdónanos nuestras deudas, como perdonamos a nuestros deudores»? El que dice: «Retira de mí las concupiscencias de la carne» (Ecle 23), como el Eclesiástico, ¿qué otra cosa dice más que «no nos dejes caer en la tentación»? El que dice: «Líbrame de mis enemigos, Dios mío» ( Sal 58,2), como David, ¿qué otra cosa dice más que «líbranos de todo mal»? Y si recorres todas las palabras de todas las preces santas, ninguna cosa encontrarás que ya no esté comprendida en la oración dominical. Cualquiera que dice una cosa que no pertenezca a esta oración, ora por afectos carnales, lo cual no sé cómo no se diga ilícitamente, cuando a los regenerados no se les enseña a orar sino espiritualmente. El que dice en su oración: «Señor, multiplica mis riquezas, y aumenta mis honores», y esto lo dice teniendo deseos de ellos, no fijándose en que pueda aprovechar a los hombres según desea Dios, creo que no podrá encontrar en la oración dominical algo que pueda adaptarse a esta clase de oración. Por ello, se avergüenza de pedir, acaso, lo que no puede desear. Y si de esto se avergüenza y la codicia vence, pedirá mejor que esto, que también le libre de este mal de la codicia, a Aquel a quien decimos: «Líbranos de mal».
San Agustín, de sermone Domini, 2, 11
Parece también que este número de siete conviene con el número de las bienaventuranzas. Si es con el temor de Dios con el que se hacen bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos, pidamos que sea santificado el nombre de Dios entre los hombres, y que permanezca su santo temor por los siglos de los siglos. Si la piedad es por medio de la cual los bienaventurados se hacen humildes, pidamos que venga su reino, para que seamos humildes y no nos opongamos a su voluntad. Si la ciencia es con la que son bienaventurados los que lloran, oremos para que se cumpla su voluntad así en la tierra como en el cielo, porque cuando el cuerpo consiente en las inspiraciones del espíritu, como la tierra se somete al cielo, no lloraremos. Si la fortaleza es con la que son bienaventurados los que tienen hambre, oremos para que nuestro pan cotidiano se nos conceda hoy, y podamos llegar por medio de él a la plenísima saciedad. Si es con un consejo saludable, con el cual los bienaventurados son misericordiosos para que Dios se apiade de ellos, perdonemos las deudas, para que se nos perdonen las nuestras. Si el entendimiento es con el cual son bienaventurados los de limpio corazón, oremos para no caer en la tentación, para que no tengamos un corazón con doblez, apeteciendo las cosas temporales y terrenas, acerca de las que versan todas nuestras tentaciones. Si es sabiduría aquélla con la cual son bienaventurados los pacíficos, puesto que se llamarán hijos de Dios, roguemos para que se nos libre de todo mal y esta misma libertad nos hará hijos libres de Dios.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 19,6
Como nos había hecho solícitos el recuerdo de nuestro enemigo el demonio, cuando el Señor nos enseñó a decir: «Líbranos de mal», otra vez nos da a conocer su atrevimiento en estas palabras que se encuentran en algunos libros griegos: «Puesto que suyo es el reino, y la virtud, y la gloria». Si el reino es suyo, nada tenemos que temer, porque quien pelea contra nosotros también le está subordinado. Siendo, pues, suya la virtud y la gloria infinita, no solamente puede librarnos de todo mal, sino también concedernos su gloria.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 14
Todo esto pertenece a las cosas que preceden. Cuando dice: «Tuyo es el reino», corresponde a aquello que había dicho: «Venga tu reino», para que no haya alguno que diga: «Luego Dios no tiene reino en la tierra»; y en cuanto dice: «Y la virtud», corresponde a aquello que había dicho: «Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo», para que no haya quien diga que Dios no puede hacer todo lo que quiere; y en cuanto dice: «Y la gloria», responde a todo lo que sigue en lo que aparece la gloria de Dios.
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8º.- De la séptima petición
318.
¿Qué pedimos en la séptima petición: MAS LÍBRANOS DEL MAL? – En la séptima petición: Mas líbranos del mal, pedimos a Dios que nos libre de los males pasados, presentes y futuros, especialmente del sumo mal, que es el pecado, y de la pena de él, que es la condenación eterna.
319.¿Por qué decimos LÍBRANOS DEL MAL y no DE LOS MALES? – Decimos: Líbranos del mal y no de los males porque no hemos de desear estar exentos de todos los males de esta vida, sino solamente de los que no convienen a nuestra alma, y por esto pedimos nos libre Dios del mal en general; a saber, de todo lo que prevé que es mal para nosotros.
320.¿Es lícito pedir que nos libre Dios de algún mal particular, por ejemplo, de una enfermedad? – Si, señor; es lícito pedir a Dios nos libre de algún mal particular, pero siempre remitiéndonos a su voluntad, ya que puede ordenar aquella misma tribulación para provecho de nuestra alma.
321.¿De qué sirven las tribulaciones que Dios nos envía? – Las tribulaciones nos ayudan a hacer penitencia de nuestras culpas, a ejercitar las virtudes y, sobre todo, a imitar a Jesucristo, nuestra cabeza, a la cual es justo nos conformemos en los padecimientos si queremos tener parte en su gloria.
322.¿Qué quiere decir AMÉN al final del PADRENUESTRO ?Amén quiere decir: así sea, así lo deseo, así lo pido al Señor y así lo espero.
323.¿Basta rezar de cualquier manera el PADRENUESTRO para alcanzar las gracias que pedimos ?- Para alcanzar las gracias que pedimos en elPadrenuestro hay que rezarlo sin atropellamiento, con atención y acompañarlo con el corazón.
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