Sermón del Padre Javier Olivera Ravasi, SE contra la blasfemia herética del centurión «homosexual» del apóstata Ariel Álvarez Valdés.
La fe del centurión romano
Padre Javier Olivera Ravasi, SE
26 de enero de 2020
Hoy, 26 de enero de 2020, ha sido instituido por Roma, desde hace poco, como el Domingo dedicado a la Palabra de Dios, con la finalidad de fomentar la lectura de las Sagradas Escrituras.
Y está muy bien…
Porque al parecer, leemos poco. Mal y poco.
Algunos llegan a decir que, los católicos, sólo tenemos contacto con las Escrituras durante la Misa dominical. Y si calculamos que sólo el 4,5 % de la gente en nuestro país asiste a la Misa los domingos (y pongamos con suerte que el 1% preste atención a lo que se lee), tenemos como resultado que apenas algunos tienen idea de lo que se trata la Biblia.
Así estamos.
Entonces, yo podría hoy exhortarlos y dar un hermoso sermón, sobre la importancia de la lectura de las Escrituras, comenzando a decirles que, si abriésemos la Biblia tantas veces como consultamos nuestros teléfonos celulares, en menos de un año podríamos leerla completa…
Etc., etc., etc. Y estaría bien.
Pero no. Quiero aprovechar a explicar cómo, cuando no leemos la Biblia, in medio Ecclesiae, es decir, en la Iglesia, es decir, conforme a la enseñanza bimilenaria de la Iglesia (que no tiene nada que ver a llevarse el texto a un templo), otro la lee por nosotros y, finalmente, nos termina llegando un mensaje tergiversado.
Y para esto vamos a usar el texto del Evangelio del día de hoy, según la Misa que celebramos conforme a “la forma extraordinaria”.
1. La interpretación católica
Tocó el texto del Evangelio de San Mateo, el texto del Centurión que pide al Señor sanar a su criado; si estuvimos dentro del 1% de los que prestan atención a la Palabra de Dios, y si tenemos aún una cosmovisión católica, seguramente recordaremos dos cosas:
a) Que Jesús alaba la Fe de un militar. Y no sólo lo alaba, sino que dice que no encontró “fe más grande en todo Israel” que la suya. Es decir: alabó a un “autoritario”, a un “represor”, dirían los progres, mal que les pese…
b) Que el Verbo Eterno del Padre, la Palabra de Dios hecha carne, por su sola voluntad puede obrar milagros incluso a la distancia, dependiendo la Fe que tengamos. Tan importante fue el milagro del centurión que sus palabras, casi idénticas, nos han llegado hasta la Santa Misa al momento de elevar el Cuerpo del Señor (“No soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme”).
El hecho que leímos recién se encuentra en el Evangelio de San Mateo, pero también se halla en San Lucas aunque de modo distinto.
En San Lucas se nos dice que el “muchacho” era “un sirviente” del centurión y que éste no fue personalmente, sino que envió a unos judíos primero y a unos amigos después, diciendo que el siervo estaba que se moría…
También se encuentra un episodio parecido en San Juan (Jn 4,46) que algunos confunden con este, pero se trata de otro milagro donde Cristo cura al hijo de un funcionario de la corte, también en Cafarnaúm.
Y, aunque a primera vista pareciera que podrían ser episodios distintos, los Santos Padres (San Juan Crisóstomo, San Agustín y el mismo Santo Tomás) dicen que se trató de un mismo episodio narrado de manera diversa (unos dicen que mandó una embajada a pedir ese favor a Jesús, por ejemplo), cosa que quizás sea lo más probable.
O que primero mandó una embajada y luego fue él mismo o que simplemente mandó una embajada con su mensaje.
Sea como fuere, hasta acá una interpretación católica y con las dudas despejadas.
2) La interpretación progre: el centurión homosexual
Una interpretación contraria a las enseñanzas de la Iglesia y que viene pululando desde hace tiempo entre varios biblistas de corte progresista, es la enseñanza que dice que, el Centurión, era en realidad un homosexual empedernido que aún no había salido del closet.
Se las narro según lo que vienen repitiendo algunos (entre otros el biblista santiagueño) Ariel Álvarez Valdés en la Revista “Criterio”.
Resumo:
– El “muchacho” o “sirviente” del Centurión, en realidad, no era un criado cualquiera, sino un joven homosexual, pareja del militar.
– Por eso no quiere que vaya a su casa, por vergüenza, para que no se lo descubriera.
– Cristo nunca condena el homosexualismo
Veamos cómo culmina entonces ese artículo:
“No lo reprende (al centurión) por su forma de vida, ni lo rechaza, ni lo condena… Simplemente no la juzgó (a la homosexualidad). No entró en cuestiones de sexualidad, seguramente por considerarlas de índole privada… Prohibió reírse de las minorías sexuales… Enseñó (que): “Todo el que diga a su hermano «raka» será condenado por el Sanedrín” (Mt 5,22). Las Biblias suelen traducir esa palabra por “insensato, necio”… Lo que Jesús dijo… fue: “Todo el que le diga a su hermano «maricón» será condenado por el Sanedrín…”.
(Y termina)
“Jesús tenía en claro que, entre lo religioso y lo humano, sólo lo humano es intocable y fundamental. A veces por salvar los derechos de la religión hemos vulnerado los derechos humanos”.
Bueno; hasta aquí entonces la interpretación de estos “porno-teólogos”, como los llamó Cornelio Fabro; los que, o en defensa propia o en defensa de un plan mundial, intentan leernos la Biblia como los protestantes, es decir, fuera de la Tradición de la Iglesia.
Conclusión
Cuando el demonio quiso tentar al Señor, no lo hizo con cosas burdas. Usó, ni más ni menos, las Sagradas Escrituras, de allí que algunos, medio en broma y medio en serio, digan que el patrono de los biblistas sea el mismo demonio…
No; no es así; el patrono es San Jerónimo, gran traductor de la Biblia.
Lo que sí debemos tomar como conclusión es que debemos leer más las Escrituras, con un buen comentario católico (el de Straubinger es excelente) pues son Ellas las que nos traen sosiego para el alma, tranquilidad en el obrar, materia para meditar.
Leyendo la Biblia “in medio Ecclesiae”, es decir, conforme la Tradición y el Magisterio bimilenario de la Iglesia, es entonces cuando se transforma en lo que San Pablo nos dice:
“la Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de dos filos; que penetra hasta las fronteras entre el alma y el espíritu, hasta las junturas y médulas; y examina los sentimientos y pensamientos del corazón” (Hb 4,12).
Pidamos a María Santísima, que escudriñaba las Escrituras, nos conceda esta gracia de volver a su Hijo, que es Palabra de Vida.
Ave María Purísima.
P. Javier Olivera Ravasi, SE
26 de enero de 2020
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