Bergoglio se inventa «el pecado contra el ecumenismo», para contradecir el mandato de Jesucristo.

El heresiarca Bergoglio no solamente se opone al mandato de Jesucristo sino que además tiene el cinismo de calificarlo como un pecado.

El pecado es una ofensa a Dios.

El pecado mortal es una trasgresión voluntaria de la Ley de Dios en materia grave. Es una rebeldía contra Dios.

 

En esto consiste precisamente el pecado, en el uso desviado y contrario a la voluntad de Dios de las facultades que él nos ha dado para practicar el bien. (San Basilio Magno, Regla monástica, respuesta 2, 1).

 

El proselitismo es el celo por ganar adeptos (prosélitos) a una causa.

El mandato de Jesucristo de hacer discípulos, es hacer proselitismo para Cristo.

En rebelión contra el mandato de Jesucristo, se atrevió a decir que: “El proselitismo es un pecado contra el ecumenismo”.

 

Mateo 28:19-20

Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.»

Nuestros Señor  Jesucristo, para llevar a cabo el plan salvífico de los hombres, da a sus discípulos «la Gran Comisión» o mandato de Evangelizar a todas las criaturas, para que creyendo en  El, se bauticen en el nombre de la Santísima Trinidad.

Dídimo, De Spiritu sancto, l. 2
Aun cuando puede existir algún demente que se empeñe en bautizar suprimiendo algunos de los tres nombres antedichos -esto es, oponiéndose a la ley de Jesucristo- bautizará pero sin validez y por eso no podrá librar del pecado a aquellos a quienes creyese bautizados. De esto se deduce cuán indivisible es la esencia de la Trinidad y que el Padre es verdadero Padre del Hijo, que el Hijo es verdadero Hijo del Padre y que el Espíritu Santo es verdaderamente el Espíritu del Padre y de Dios Hijo y que además lo es de la Sabiduría y de la Verdad, que es el Hijo. Este es el fundamento de la felicidad de los creyentes y todo el Plan de la salvación está basado en esta Trinidad.

Este mandato de bautizar a todas las criaturas va  unido a la obligación previa de enseñarles a los nuevos discípulos sus  mandamientos, para que los obedezcan y se salven. Cuando es un niño quien se bautiza son los Padres y los padrinos, quienes reciben la obligación de formar al niño en la fe católica.

San Beda, in Marcum, 4,45
¿Y qué podremos decir de los niños que por su edad no pueden todavía creer? Que en cuanto a los mayores no hay nada que decir. Porque en la Iglesia de Jesucristo los niños creen por la fe de los otros, así como por los otros contrajeron los pecados que les son borrados en el bautismo.
San Jerónimo
Este orden se considera como esencial. Mandó a sus Apóstoles que enseñasen primero a todas las gentes, después que los bautizasen con el sacramento de la fe y que después de la fe y del bautismo les enseñasen todo lo que debían hacer. Por esto sigue: «Enseñándolas a observar todas las cosas que os he mandado».
San Jerónimo
En primer lugar enseñan a todas las gentes y después de instruirlas las bautizan con agua. No puede suceder que el cuerpo sea quien reciba el sacramento del bautismo, a no ser que el alma reciba antes la verdad de la fe . Por esto dice: «Bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo». Porque siendo una misma la divinidad de las Personas, debía ser una misma la gracia que concediesen. La palabra Trinidad significa un solo Dios.
La misión de bautizar está implicada en la misión de evangelizar, porque el sacramento es preparado por la Palabra de Dios y por la fe que es consentimiento a esta Palabra. Ver Catecismo de la Iglesia Católica, 1122.

Puesto que el agua del bautismo nos limpia solamente del pecado original que causó  la enemistad del hombre con Dios, es necesario para los adultos que lo reciben, que se arrepientan  de sus propios pecados,

Hechos 2:38 Pedro les contestó: «Convertíos (Arrepentíos)  y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

SIN ARREPENTIMIENTO NO HAY PERDÓN DE LOS PECADOS:

Lucas 24:47 y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén.

San Eusebio
Se había dicho: «Pídeme y te daré todas las gentes en herencia» ( Sal 2,8). Convenía, por lo tanto, que los convertidos de entre los gentiles fuesen purificados por medio de la virtud divina de todo contagio y mancha, por haber estado contaminados con la malicia de la idolatría del demonio, y como recién convertidos de aquella vida detestable e inmoral. Por lo tanto, dice que primero se debe predicar penitencia, y después conceder el perdón de los pecados a todas las gentes. Concedió, pues, el perdón de sus pecados por medio de su gracia, a todos los que hicieron antes penitencia de sus pecados, y por quienes había sufrido la muerte de la cruz.

Es necesario el arrepentimiento, para  poder aceptar la redención gratuita que ofrece Jesucristo, puesto que Cristo vino  a reconciliar al hombre caído y llevarlo de  regreso al Padre, es necesario que los hombres se santifiquen y No se vuelvan a manchar con sus propios pecados , convirtiéndose nuevamente en enemigos de Dios, esta vez por medio de su propia desobediencia a través  de su propio pecado. Por  eso  la Escritura advierte que los que se rebelan contra Dios no se salvan, puesto que han pisoteado la Sangre de Cristo, y  en su rebelión han preferido permanecer siendo «hijos de Ira», pues siguen siendo «hijos de la desobediencia». (Cf. Colosenses 3:6 , Efesios 5:6).

San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 29
Pero se dirá tal vez cada cual a sí mismo: Yo seré salvo porque he creído. Y así será en efecto, si une las obras a la fe; porque la verdadera fe consiste en que no contradiga la obra lo que dice la palabra.
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Bergoglio:  «¿Voy a convencer a otro que se haga católico?», «no, no; vas a encontrarlo, es tu hermano, eso basta.

«No al proselitismo en los Colegios Católicos » “Ay de hacer proselitismo en las escuelas.”

 

Rabino herético Abraham Skorka: ‘Estamos soñando con el Papa ir juntos a Israel pronto. Se está trabajando en el tema… Hablé con él [Bergoglio] acerca de la evangelización, y me afirmó enfáticamente que la Iglesia católica no puede participar en el proselitismo’, dijo”

 

Bergoglio remplaza  el mandato de Jesucristo por las herejías del indiferentismo religioso y  la diversidad reconciliada.

Este emisario de Satanás dijo además que  “la coexistencia” era “una condición previa indispensable” para lograr la paz y la estabilidad.

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La rebelión de Bergoglio contra el mandato de Jesucristo tampoco es nueva, ya en Argentina, se opuso a la conversión  del anglicano Tony Palmer, que murió fuera de la Iglesia católica sin convertirse, gracias a la malicia de Bergoglio.

En un momento, cuando Palmer estaba cansado de vivir en la frontera y quería hacerse católico Bergoglio le disuadió de convertirse por el bien de la misión. Tenemos que construir puentes, le dijo el Cardenal Bergoglio.

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Bergoglio se opone a la salvación de los hombres y se hace proselitismo a sí mismo, ocupando el Lugar que le corresponde a Dios.

Sin fundamentos bíblicos remplaza el mandato de Jesucristo por la anti-bíblica  «cultura del encuentro», para acompañar a los que pecan al Infierno.

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Bergoglio en rebelión con la Escritura también se niega a que se conviertan los ateos.  Bergoglio le dijo al ateo Scalfari: “El proselitismo es una solemne tontería, no tiene sentido”.

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En el libro herético que Bergoglio escribió en Argentina, Sobre el Cielo y la Tierra, pp. 27-28, dijo que él respeta a los ateos y no trata de convertirlos o hacer proselitismo:

“No encaro la relación para hacer proselitismo con un ateo, lo respeto… no le diría que su vida está condenada porque estoy convencido de que no tengo derecho a hacer un juicio sobre la honestidad de esa persona… todo hombre es imagen de Dios, sea creyente o no. Por esa sola razón cuenta con una serie de virtudes, cualidades, grandezas”.

Queda nuevamente demostrado que el heresiarca Bergoglio difunde un falso evangelio que es contrario al Evangelio de Jesucristo.

Marcos 16:15-16

Por último, les dijo: Id por todo el mundo; predicad el mensaje de salvación a todas las criaturas; el que creyere y se bautizare se salvará; pero el que no creyere será condenado.

Juan 3:36

El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él.»

San Beda sobre Juan 3:36
No debe entenderse aquí la fe que se limita a palabras solas, sino la que se completa por medio de las obras.
Crisóstomo, In Ioannem hom., 30
No dice aquí que es bastante creer en el Hijo para obtener la vida eterna, puesto que El dice en otro lugar: «No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos» ( Mt 7,21). Y además, refiriéndose a la blasfemia contra el Espíritu Santo, la juzga suficiente por sí sola para llevar al infierno. Y si alguno cree en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, no pensemos que esto es bastante para alcanzar la salvación. Necesitamos también de una vida buena y de costumbres rectas. Además, conociendo que muchos no se dejan llevar tanto por la promesa de los beneficios como por el riesgo de sufrimientos terribles, concluye su discurso diciendo: «Mas el que no da crédito al Hijo, la ira de Dios estará sobre él«. Véase cómo refiere al Padre lo que dice respecto del castigo , porque no dijo que la ira del Hijo de Dios (aun cuando éste sea juez), sino que citó al Padre como juez, queriendo aterrarlos más. Y no dijo «estará con él», sino «sobre él», dando a conocer que nunca se separará de él. Y para que no se crea que habla de la muerte temporal, dijo: «No verá la vida».
San Agustín, ut supra
Tampoco dijo: «la ira de Dios viene a él», sino: «permanece sobre él», porque todos los mortales que nacen traen consigo la ira de Dios, la que recibió el primer Adán. Vino el Hijo de Dios sin tener pecado alguno, y se vistió de nuestra mortalidad. Murió para que tú vivas. Por lo tanto, el que no quiere creer en el Hijo, tiene sobre sí la ira de Dios, de la que dice el Apóstol «que éramos hijos de ira por naturaleza» ( Ef 2,3).